¿Cuántos de ustedes han tenido el sueño de poder volar? Y no me refiero en avión, sino realmente volar y sentir el aire alrededor de sus cuerpos mientras flotan a la deriva. Les puedo garantizar que es una sensación sin precedentes, algo realmente espectacular y que todos deberíamos tener la oportunidad de disfrutar.
Volar te da una sensación de paz,
es como si te desconectaras de todo mientras dura el vuelo, después de grandes
momentos de adrenalina previa al vuelo y una sensación de éxtasis al aterrizar,
y todo esto sin necesidad de nada más que un parapente y unas cuantas instrucciones
para manejarlo.
Resulta que, en Lurín, un lugar muy
cerca de Lima queda una escuela de pilotos de parapente donde pueden ir para
vivir en un día la experiencia que estos pilotos sienten durante sus
entrenamientos, claro está que también pueden pagar un recorrido en parapente
en los malecones de la ciudad de Lima donde pilotos expertos los llevarán por
unos minutos en el aire para que desde allí contemplen el paisaje y si desean
graben o tengan fotos del recorrido.
Pero con todo respeto, aunque ese
plan suene muy agradable y la belleza del paisaje es indudable, no hay punto de
comparación con la sensación de ser tú mismo quien maneja y dirige el vuelo, dónde
según tus destrezas podrás garantizarte un vuelo de uno o dos minutos en total
calma y donde deberás estar muy pendiente de las indicaciones que te dan por
radio para saber cuando subir, doblar o empezar a bajar para tener un buen
aterrizaje y no estrellarte contra nada en el horizonte.
Esta ha sido una de las mejores
experiencias de mi vida, y que sin duda la repetiría una y mil veces más, ese
momento cumbre donde empiezas a correr en una duna y de un momento a otro te
das cuenta de que la arena desaparece y tus pies están literalmente corriendo
en el aire y puedes empezar a caminar despacio para irte sentando en la silla
del parapente y disfrutar cómodamente del vuelo, créanme ese momento lo es todo.
Es un momento casi tan memorable
como cuando estás por aterrizar y debes pilotear y dirigirte a un lugar seguro
para no estrellarte con nada, y mágicamente vas colocando tus piernas para que
toquen el suelo y sientes como la vela del parapente cae detrás de ti cual cola
de pavo real después de haberse contoneado como parte del ritual.
Y para completar toda esta
aventura te van a recoger en cuatrimoto para que avances por el desierto en
ella hasta volver a la duna desde la que te lanzaste y puedas ver a los demás
emprender sus vuelos.
Sin duda alguna ha sido una experiencia mágica y se las recomiendo totalmente, si algún día quieren algo de adrenalina, volar de manera sana y segura y realizar algo extremo no se pierdan la oportunidad de ir a Lurín y vivir un día como pilotos de parapente, estoy segura de que desearán volver a volar una y mil veces más.
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